Retrato
El alquimista del gusto
ENCUENTRO CON PIERRE GAGNAIRE

El talentoso creador culinario, Pierre Gagnaire es un virtuoso cuya cocina sigue asombrando a los comensales de todo el mundo. Comer en la mesa de este chef iconoclasta, amante del arte, de la pintura y del jazz, se convierte en una oportunidad única.

Aunque no se reconozca de ningún territorio francés en concreto, Pierre Gagnaire es un curioso insaciable: un trotamundos en el corazón, su cocina de autor se alimenta también de encuentros de aquí y de allá, de la mezcla de las culturas, de la pintura y de la poesía.

Procedente de una familia de restauradores (le Clos Fleuri en Saint-Priest-en-Jarez), Pierre Gagnaire comenzó como pastelero antes de estar un verano con Paul Bocuse. Tras retomar el restaurante familiar en 1976, con el que conseguiría su primera estrella Michelin, abrió su primer restaurante en Saint-Étienne, con el que consiguió las tres preciadas estrellas. Después de un primer fracaso, abrió un nuevo restaurante en noviembre de 1996 en París y tan solo dos años después, volvió a ser galardonado con tres estrellas.

Cual ave Fénix que renace de sus cenizas, este chef construye su universo sensorial y escribe su despensa. Guiado por su instinto, le gusta desarrollar temas, ambientes y sensaciones, más que basar su platos en un solo producto. En la cocina, el ritmo se impone por sí solo. Para él, la música está en sintonía con una comida con sus trazos gruesos y finos, sus ritmos sincopados y sus rupturas. Hay un músico de jazz dentro de Gagnaire: como John Coltrane o Miles Davis, busca en medio de una improvisación la nota perfecta.

El «Pierrot Lunaire» (Pierrot de la Luna), como lo ha apodado la guía Gault & Millau, es un cocinero que aunque se haya formado con las técnicas tradicionales se sirve de los ingredientes para crear las emociones. Como el pintor, se sirve de una paleta de ingredientes a los que «doma» y «retuerce» para componer sus creaciones. Su cocina, más artística que golosa, no está concebida para comerse, sino para emocionarse. En su cocina impone el sentimiento, la poesía, la inteligencia.

Hoy, este chef galardonado por partida triple sigue arriesgándose en la creación de cada plato, al proponer una cocina inventiva, espontánea, intuitiva e imprevisible en los seis restaurantes de su propiedad y que dirige, cual director de orquesta, en París, Londres, Tokio, Hong-Kong y Las Vegas.

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